Reportaje

La Mosquitia y su biodiversa, costera y entre espejos de agua

Situada al noreste de Honduras, en el departamento de Gracias a Dios, se encuentra La Mosquitia hondureña, tierra de los Miskitus, uno de los nueve pueblos indígenas y afrodescendientes que habitan este país centroamericano.

El aislamiento geográfico de La Mosquitia hondureña, provocado por múltiples espejos lagunarios que limitan el acceso a vías aéreas y acuáticas, explica el resguardo de la cultura ancestral de un pueblo indígena que vive alrededor de una de sus riquezas naturales más reconocidas: el Sistema Lagunar de Karataska.

En torno a este sistema de lagunas de 3.700 kilómetros cuadrados viven 24.679 personas, distribuidas en cinco zonas y 82 comunidades, bastante distanciadas entre sí. Allí se ubican los cinco Consejos Territoriales Indígenas marino-costeros: Auhya Yari, Bamiasta, Lainasta, Katainasta y Watiasta.

Es en este sitio donde la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), en consorcio con Goal y con el apoyo del socio local, MOPAWI, implementa el Proyecto Regional de Biodiversidad Costera.

Este proyecto elaboró la “Tarjeta de Reporte Ambiental Zona de La Mosquitia hondureña (Laguna de Karataska)”, estudio que, basado en el análisis de información secundaria, revela el estado actual del territorio en términos ambientales, sociales y económicos.

 

 

 

La vida en una zona remota

El costo de la vida en la Mosquitia es alto. La lejanía y las dificultades de acceso hacen que su desarrollo sea más lento en comparación con el resto del país, lo que se refleja en los indicadores de salud, educación, empleo y productividad.

Si bien el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del departamento de Gracias a Dios es 0.635, para un desarrollo humano medio, el Índice de Pobreza Humana (IPH) es del 53%. En el área, solo el 40% de la población dispone de agua y energía eléctrica. Además, existen carencias de infraestructura básica, como alcantarillado o calles pavimentadas.

Los habitantes de dicho lugar tienen una particular dinámica de migración interna, entre municipios y comunidades. En la faja costera y en la zona de Tansing, las familias migran para cultivar granos básicos en las vegas del Río Mokorón. La gente joven, que representa más del 50% de la población, migra a Tegucigalpa y La Ceiba por estudio y en su mayoría regresan a la zona una vez que concluyen. Algunos migran fuera de Honduras.

Paraíso biodiverso

Este territorio alberga los Ríos Coco o Segovia, Patuca y Plátano, tres de los ríos más importantes del país. De hecho, la red de ríos y sistemas lagunares de dicho lugar constituyen la mayor reserva de agua dulce de Honduras.

La extensión continua más grande de áreas protegidas de Honduras está en La Mosquitia, conformada por el Sistema de Humedales de la Reserva del Hombre y Biósfera del Río Plátano (SHRHBRP), declarado Patrimonio de la Humanidad, la Reserva de la Biósfera Tawahka Asangni (BTA) y el Parque Nacional Patuca (PNP).

En este sitio se encuentran 20 de las 21 familias de aves acuáticas reportadas para Honduras. Resguarda la guara verde y el águila arpía, en peligro de extinción, y al ibis verde, el cholo dorado, la gaviota parasita, la garza tigre rufa y la avoceta, reconocidas como aves endémicas.

Es hábitat de especies arbóreas de valor medicinal como el tunu y la palma batana, de la que se extrae un aceite de exportación. Además, es refugio del cocodrilo americano, el caimán y la tortuga lagarto, parte de los reptiles amenazados o en peligro, según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

Sus extensas masas de bosques hacen el remanente boscoso más significativo de Honduras. El bosque de mangle es el ecosistema litoral dominante, con una extensión de más de 23 mil hectáreas. Constituye un ecosistema vital para las comunidades del Sistema Lagunar de Karataska, ya que sirve de vivero a buena parte de las especies comerciales de las que dependen las pesquerías locales.

Se han identificado 76 especies de peces y entre las especies comerciales de mayor interés se encuentran: róbalo blanco, mero, sábalos y pargos, que dependiendo de su estado biológico migran al mar y viceversa.